martes, 5 de abril de 2016

La Ley de Cristo - 1ra. Parte

La Ley de Cristo 
1ra. Parte

Cristo Nuestro Legislador

Dios como Legislador:

Una idea central en toda la Escritura es la de que Dios, siendo el Creador del Universo, Él sólo es capaz de determinar lo que es bueno y lo que es malo; Dios castiga a quienes traspasan sus mandamientos y Él es el único capaz de dictar la sentencia justa sobre la transgresión cometida por el hombre.

Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios, ellos rechazaron a Dios como Legislador, prefiriendo ser ellos los que dictaran sus propias reglas morales (esta es la figura del “árbol del bien y del mal”, en el que ellos podrían determinar lo que es bueno y lo que es malo según su propio estándar moral). Como consecuencia, el hombre falla en vivir incluso bajo sus propios estándares (su consciencia), mucho más al tratar de vivir de acuerdo a los estándares impuestos por Dios. Luego entonces, todo el relato bíblico, dado este antecedente, presenta la meta de la historia de la redención: Cómo es posible que el hombre pueda estar en paz con el Dios justo y santo y cómo puede conformarse a los requerimientos justos del Dios soberano.

El Hombre siempre bajo algún tipo de Ley

Dios nunca dejó al hombre sin Ley; todo lo contrario, desde el primer hombre y la primera mujer, todo ser humano ha estado bajo algún tipo de Ley Divina; de lo contrario, no habría pecado en el mundo:

“porque por las obras de la Ley ninguna carne será justificada delante de Él, porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3.20, BTX)

Por otro lado, Pablo también nos informa en la carta a los Romanos y nos hace saber que, todo hombre está bajo pecado:

“…pues ya hemos acusado tanto a judíos como a griegos, que todos están bajo pecado” (Romanos 3.9, BTX)

Ahora bien, por los versículos anteriores, sabemos que el ser humano ha estado siempre bajo algún tipo de Ley, ya que todos han pecado; luego entonces debemos entender todas y cada una de las situaciones bajo las cuales ha estado el hombre:

1.   El Hombre en su estado de inocencia en Edén
2.   El Hombre en su estado caído sin haber estado bajo ningún pacto directo con Dios
3.   El Hombre caído bajo de un Pacto Legal (por obras) para con Dios
4.   El Hombre regenerado bajo un Pacto de Gracia

Las distintas Leyes bajo las cuales ha estado el hombre:

El Hombre en su estado de inocencia en Edén, el hombre estaba bajo una Ley que se reducía a un solo mandamiento:

Y ordenó yhvh ’Elohim al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto come libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.” (Génesis 2.16–17, BTX)

Nota: Como podemos ver, YHVH, el Dios Creador siempre ha sido y es quien dicta los mandamientos y ordenanzas bajo las cuales está el hombre, según la condición del hombre, Sus pactos y Sus propósitos en la historia de la redención.

El Hombre en su estado caído sin haber estado bajo ningún pacto directo con Dios. Pablo es cuidadoso de mostrarnos que el pecado reinó en el hombre, incluso en aquellos que no pecaron a la manera de Adán; es decir, incluso en aquellos que pecaron ya estando en un estado caído (teniendo su propio estándar) y no en uno de inocencia (teniendo sólo el estándar de Dios en su naturaleza):

No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron en la semejanza del delito de Adán; el cual es figura del que había de venir.” (Romanos 5.14, BTX)

“Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley, éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio.” (Romanos 2.14–16, BTX).

Debemos hacer notar que todos los hombres hasta el llamamiento de Abraham y el establecimiento del pueblo de Israel; fueron gentiles (Abraham incluido, pues fue llamado estando en la incircuncisión y no en la circuncisión – Rom. 4:11-12) y que los descendientes de Jacob no tuvieron un código legal hasta que vino la Ley con el Pacto Mosaico.

En este caso, una vez que el hombre pasó a estar en un estado caído, estuvo bajo la obra de la Ley (no una Ley, sino la obra de la Ley) escrita en su corazón, la cual es regida por su propia conciencia, la cual actúa como un árbitro dentro de su ser que le conduce a dos cosas:

            Reconocer a Dios y darle honra como Creador (Rom. 1:18-19, 28)
          Al arrepentimiento dado que esta conciencia “lo acusa o lo defiende según sus                   razonamientos” (Rom. 2:14-16).

Ningún gentil ha estado jamás bajo la Ley Mosaica, ya que esta se estableció única y exclusivamente con el pueblo de Israel, como veremos más adelante.

El Hombre caído bajo un Pacto Legal.  Debemos recordar que Israel fue un pueblo redimido de la esclavitud de Egipto, del dominio del Faraón y de una tierra de servidumbre; sin embargo, esto no quiere decir que Israel fue redimido del pecado y del dominio de Satanás como lo somos nosotros en el Nuevo Pacto; esta es una característica única de los que ahora gozamos la bendición de estar en el Nuevo Pacto. Luego entonces, cuando Dios establece su pacto con el pueblo de Israel, lo establece no con “la iglesia del Antiguo Testamento”, sino con un pueblo descendiente de Jacob el cual tenía diversos propósitos para conformarse como pueblo:
  1. Establecer un pueblo que sería la figura de Su verdadero Pueblo: La Iglesia 
  2. Darles bendiciones materiales y terrenales que funcionaban como un tipo de lo que   recibiríamos todos los integrantes de la iglesia (el anti-tipo)
  3. Salvaguardar la línea mesiánica de la cual vendría Cristo
  4. Dar una Ley a Su pueblo, la cual serviría como un pedagogo que prepararía al judío   piadoso para esperar en el Mesías prometido

Como hemos comentado, todo hombre natural está bajo condenación debido a que siempre hay una Ley bajo la cual está y que ha transgredido, ya sea la ley de su conciencia para el caso de los gentiles o ya sea la Ley escrita en tablas de piedra, para el caso de los judíos.

Ahora bien, la Ley expresada en las tablas de piedra (o el decálogo, como es también conocida), es la parte esencial de la Ley Mosaica, por las siguientes razones:

        El decálogo es identificado en muchos pasajes como la parte medular del Antiguo Pacto: Ex. 31:18; 32:15; 34:28-29; Deut. 4:13; 9:9, 11-15.

b     Deut. 4:13 específicamente iguala al Pacto en Sinaí con los Diez Mandamientos y Deut. 9:9 identifica a las tablas de piedra como las “tablas del pacto”.

       En muchos casos las tablas de piedra (el decálogo) son identificadas como “las tablas del testimonio” (Ex. 31:18; 32:15; 34:29), lo cual llama la atención al hecho de que en el centro del lugar santísimo estaba el “Arca del Testimonio”; pero ¿A qué testimonio se refiere? Según Ex. 25:16 y 22, El Arca es llamada “del Testimonio” debido a que las Tablas de Piedra, las cuales eran llamadas “el Testimonio” fueron puestas en ella (Ex. 32:15; 40:20).

Por otro lado, si bien es cierto que el decálogo era la esencia, la parte medular del Antiguo Pacto, no por ello extingue todos y cada uno de los requerimientos que el judío debía obedecer, ya que es un total de 613 mandamientos y ordenanzas los que componen la Ley del Antiguo Pacto, entre ellos:

a.             La circuncisión
b.             Las festividades
c.             Las ordenanzas civiles
d.             Los requerimientos respecto a las relaciones interpersonales
e.             Las penalidades o castigos por los pecados cometidos
f.              Las regulaciones alimentarias
g.             Las ofrendas y sacrificios

El judío estaba obligado a cumplir todas y cada una de las ordenanzas y mandamientos establecidos en el Antiguo Pacto, bajo pena de ser culpable de todos ellos:

“Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero tropiece en un punto, llega a ser culpable de todos. Porque el que dijo: No adulterarás, también dijo: No asesinarás. Ahora bien, si no adulteras, pero asesinas, te has hecho trasgresor de la Ley” (Jacobo 2.10–11, BTX)

El judío estaba bajo un Pacto Legal, el cual establecía que el hombre que cumpliera las demandas de esta Ley recibiría la promesa de la vida:

“Moisés escribe de la justicia que es por la Ley: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.” (Romanos 10.5, BTX)

El Hombre Regenerado bajo un Pacto de Gracia, El hombre bajo un Pacto de Gracia no es condenado por el pecado, sino que entra en este pacto reconociéndose pecador y que no tiene esperanza sino por medio de un Salvador: Jesús, el Mesías.

Los pecados del hombre viejo que entra en este pacto son perdonados en la cruz de Cristo y, al momento de ser traído a Cristo es regenerado como un “nuevo hombre”; es decir, le es dado un nuevo corazón (Heb. 87-13), el cual está en perfecta harmonía con el Creador (Col. 3:9-11; Ef. 4:24) y se le ha dado una nueva vida (Jn. 5:24; 1Jn. 3:14), es una nueva creación (2 Cor. 5:17; Gal. 6:15); el Espíritu Santo viene a hacer morada en él (Ef. 1:13-14) y, las leyes que rigen este pacto, son escritas en este nuevo corazón (Heb. 10:16); es decir, una nueva disposición del corazón surge para alinearse a las demandas del Legislador de este Nuevo Pacto.

Similitud con la posición del hombre bajo las otras Leyes: El Hombre Nuevo sigue estando bajo un tipo de Ley, en este caso, la Ley de Cristo.

Diferencia con la posición del hombre bajo otras leyes: El Hombre Nuevo no puede pecar (1 Jn. 3:9); el que peca es el pecado residual que queda como parte del hombre viejo (Rom. 7:17-20), tales pecados ya han sido perdonados en la cruz de Cristo (1 Co. 6:9-11; Ef. 1:6-7; Col. 2:13-15). El hombre viejo ha sido crucificado en la cruz de Cristo y se encuentra en un estado agónico (Rom. 6:6; Gal. 2:19) y destinado a desaparecer en destrucción eterna al momento de nuestra muerte física (1 Cor. 15:50). El Hombre Nuevo va madurando y se va renovando cada día a la semejanza del Hijo de Dios (Rom. 8:29).

Moisés, el Legislador del AP; Cristo el Legislador del NP


Moisés fue en el Antiguo Pacto:

·                Mediador como siervo fiel sobre la casa de Israel:
“Y Moisés, en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir,” (Hebreos 3.5, BTX)

·                  Fue Legislador de un ministerio de muerte que habría de desaparecer:
“Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro (la cual se desvanece)… y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran los ojos en el fin de aquello que había de acabarse.” (2 Corintios 3.7, 13, BTX)

·                  Administrador de las sombras y figuras:
“Pero si estuviera [Cristo] en la tierra, no sería sacerdote en manera alguna, habiendo aún quienes siguen presentando ofrendas según la Ley; los cuales son figura y sombra de las cosas celestiales, como le fue advertido a Moisés cuando estaba por terminar el Tabernáculo; pues: Mira, le dice, haz todas las cosas según el modelo que te fue mostrado en el monte.” (Hebreos 8.4–5, BTX)

“Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo.” (Colosenses 2.16–17, BTX)

Jesús en el Nuevo Pacto fue:

·                  La autoridad como Hijo (como el Heredero) sobre su propia casa, la cual somos todos nosotros, en el Nuevo Pacto: “Y Moisés, en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir, pero el Mesías, como Hijo sobre su Casa, la cual casa somos nosotros, si nos aferramos a la confianza y a gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3.5–6, BTX).

·                  Sacerdote eterno de un Pacto eterno: “…la cual [esperanza] tenemos como firme y segura ancla del alma, que penetra hasta lo que está en el interior del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6.19–20, BTX).

“Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía: Santo, inocente, incontaminado, separado de los pecadores, y exaltado por encima de los cielos; que no tiene necesidad cada día, como los sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados y después por los del pueblo, porque hizo esto de una vez por todas ofreciéndose a Sí mismo. Porque la Ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que es después de la Ley, constituye al Hijo, el cual es ya hecho perfecto para siempre” (Hebreos 7.26–28, BTX).

“Y el Dios de paz, el cual, en virtud de la sangre del pacto eterno, levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, os perfeccione en todo lo bueno para que hagáis su voluntad, haciendo en nosotros lo que es agradable delante de Él por medio de Jesús el Mesías, a quien sea la gloria por los siglos, amén.” (Hebreos 13.20–21, BTX)
·            Ministro de las realidades espirituales celestiales prometidas y no las sombras materiales temporales:  “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo.” (Colosenses 2.16–17, BTX)

La Tipología de Moisés cumplida en Cristo


Moisés
Jesucristo
Anduvo con Israel 40 Años en el Desierto
Como el verdadero Israel de Dios es probado por 40 días en el Desierto
Sube al Monte Sinaí para recibir la Ley y la promulga en el establecimiento de Israel como nación
Sube al Monte y dicta Su Ley (“Mas yo os digo”), para el establecimiento de los principios que habrían de regir a Su pueblo
Se cubre el rostro para que Israel no pusiera su esperanza en algo que habría de desaparecer
Jesucristo inaugura el Reino de los Cielos para todo aquél que en él cree; este Reino es inconmovible y eterno
Moisés advierte que YHVH enviaría a un profeta “como él” (es decir, un legislador) al cual el pueblo debía oír bajo pena de ser llamado a cuentas por tal desafío
Pedro, en su primer discurso en Pentecostés, identifica a Cristo como el Profeta que habría de venir al mundo.
Tanto Moisés como Elías se aparecen en el monte de la transfiguración, pero al final los discípulos no vieron a nadie más sino Sólo a Jesús (Mat. 17:1-8).
En el monte de la transfiguración, Dios mismo habla acerca de Su Hijo: “Este es mi hijo amado, a él oíd” (Mat. 17:5)



Estudio por Omar Vazquez. A
Editado por : Natalie Pais

PLANTANDO IGLESIAS BAJO LA GRACIA



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